¿Por qué el silencio impregna las relaciones con su manto de equívocos?
¿Qué cuesta hablar de lo que nos duele o molesta e incluso de lo que nos agrada?
¿Tiene que haber un momento o lugar propicio?¿Propicio para quién?
¿Para el que necesita expresar sus silencios?
¿O para el que va dirigido esos silencios?
Creo que cada vez vamos dejando estos momentos fuera de nuestras prioridades
y a consecuencia de esto quizás nos estemos perdiendo en el camino de esta corta
vida muchos y agradables momentos.
AUTORA: ANA TADEO
Me encanta lo que escrbes ¿te dedicas a la filosofia?
ResponderEliminarMuy bonito y luego para que te quejes de quq no escribo nada.
ResponderEliminarMe gusta lo que has escrito y como se que a ti tambien te gusta la poesía, ahora que leo a jose hierro disfruta de esta:.
ResponderEliminarDespués de todo, todo ha sido nada,
a pesar de que un día lo fue todo.
Después de nada, o después de todo
supe que todo no era más que nada.
Grito ¡Todo!, y el eco dice ¡Nada!
Grito ¡Nada!, y el eco dice ¡Todo!
Ahora sé que la nada lo era todo.
y todo era ceniza de la nada.
No queda nada de lo que fue nada.
(Era ilusión lo que creía todo
y que, en definitiva, era la nada.)
Qué más da que la nada fuera nada
si más nada será, después de todo,
después de tanto todo para nada.
espero te. guste